Como cada temporada te ponemos al día de todo lo que ha estado pasando en el viñedo, en qué estamos trabajando ahora mismo y qué nos deparan los próximos meses.
Lo primero de todo es recapitular y analizar cómo ha sido la primavera, para ver cuáles son las condiciones de las que partimos. Durante finales de marzo y principios de abril sufrimos alguna que otra helada tardía que afectó levemente a nuestro viñedo, pero de las que pudo recuperarse sin problema, por lo que podemos decir que ahora todo está bajo control.
Los meses primaverales también han sido bastante lluviosos, con una lluvia que ha caído suave y que ha permitido llenar las reservas de agua del subsuelo. Esto significa que, si el verano se presenta muy caluroso, con temperaturas por encima de la media y con ausencia de precipitaciones, el viñedo podrá desarrollarse sin problema.
Hace un par de semanas que terminó la floración y dio paso al cuajado, ese momento crucial en el que la flor se convierte en fruto. A partir de ahora, con los racimos ya formados podremos hacer una aproximación de la producción que obtendremos y poder calcular el rendimiento de la planta.
Los siguientes meses el trabajo en el campo es imprescindible, y más aún con la humedad que tiene después de las últimas lluvias torrenciales de finales de junio.
Las labores de poda y deshojado nos permitirán tener la vegetación controlada, además de mantener a raya a los hongos y otras posibles plagas fúngicas, que puedan aparecer por el calor y la humedad, al dejar a la planta aireada.
Con estos trabajos lo que conseguimos también es regular el rendimiento que queremos obtener de la planta, pues nuestro objetivo es obtener una uva de calidad, no la mayor cantidad de uva posible.
¡Nos vemos en vendimias!